miércoles, 9 de octubre de 2013

Pan de Cea


El pan fabricado en San Cristovo de Cea, Ourense, es uno de los muuuuchos productos gallegos con Indicación Geográfica Protegida.

Desde el siglo XIII se conoce a esta población como la “Villa del buen pan”, gracias a los monjes del Monasterio Cisterciense de Santa María la Real de Oseira, que sabían mucho de marketing y decidieron que una feria en ese lugar, camino de Santiago, era lo suyo.

Para conseguir un buen pan de Cea, de corteza dura y miga húmeda, que aguante varios días igual de fresco, es necesario un proceso de fabricación, que pasa de padres a hijos, de 6 o 7 horas... Ahí es nada:

Se realiza la mezcla. Tres partes de trigo de la zona, una de harina de fábrica, fermento natural, sal y agua. Sin químicos, importante. Y se fermenta de manera natural en una artesa.

Unas manos expertas amasan cada bolla en el sentido de las agujas del reloj, dándole forma y las dejan reposar 15 minutos, tapadas con un paño de lino, para proceder a un segundo amasado.

Tras estos amasados, las bollas se hornean de manera diferente a la de una panadería normal: se les hace el corte superior, firma de cada artesano, y se meten una a una en el horno de leña.

Cuando están listas, se sacan y se empaquetan con su correspondiente etiqueta (que lleva la identificación de su fabricante).

Hoy, la panadería sigue siendo la principal actividad agroindustrial de San Cristovo de Cea. Sus 20 hornos producen para todo el país (casi el 80% de la producción, medio millón de panes, se consumen fuera de Galicia).

Para los nostálgicos que quieran recorrer la zona visitando los antiguos hornos restaurados, el Ayuntamiento lo pone fácil: todos están señalizados en las entradas del Concello, en un mapa con tres rutas marcadas para no dejarte ni uno.

jueves, 19 de septiembre de 2013

El guarapo y la miel de palma de La Gomera




En la isla de La Gomera llevan más de 500 años sacando la savia de sus palmeras para hacer una bebida dulce y energética, el guarapo, y la miel de palma. Este dulce, menos empalagoso que el  que hacen las abejas, se usa tanto en la medicina popular de la isla como en su cocina tradicional. Con ella se acompañan platos, se elaboran cócteles y ricos postres (frangollo, quesillo, leche asada…) de los que hablaré otro día porque merecen una entrada propia en el blog.

Aunque era una actividad propia de todas las Islas Canarias, el “guarapeo” se ha olvidado con el tiempo… y a día de hoy se realiza exclusivamente en el norte de La Gomera.  Solo con las palmeras de esta zona se sacan unos ¡¡50.000 kg de miel de palma al año!! 

Como cualquier elaboración de producto típico, el guarapeo es todo un arte:

Se eligen las palmeras en función de su altura, situación geográfica, altitud y humedad: las altas, de 5 a 7 metros, y viejas son las que dan mejores guarapos.

Se limpian, para poder trepar con comodidad, y se descogollan:  se cortan las pencas, las hojas centrales y jóvenes dejando al descubierto la parte superior del palmito 

A los 20 días se prepara “el campo”, la superficie por donde manará el guarapo, y comienzan “las curas diarias”: cada atardecer, el guarapero subirá a la palmera y cortará una lámina del campo para que, durante toda la noche, broten unos 12 litros de savia que se almacenan en un recipiente; al amanecer se filtran y se preparan para cocinar. 

Este proceso es diario porque la abertura que se le hace a la palmera se seca con los rayos del sol y deja de manar salvia. Durante 4 meses, desde marzo-abril a agosto-septiembre las palmeras están dando guarapo  full time.
El guarapo obtenido se pone al fuego cuanto antes (o se congela), para que no fermente. Tras 4 horas  de lenta cocción, alcanza la consistencia de la miel y se envasa.  No tiene ningún tipo de añadidos, ni siquiera azúcar. Es pura palmera cocida: para un litro de miel se usan, aproximadamente 8 litros de guarapo.

Es importante señalar que, a pesar de “herir” la planta cada día, ésta no corre peligro. A diferencia de otras partes del mundo donde se realiza  el guarapeo, en Canarias esta actividad es sostenible: la cura de la palmera se protege con una hoja de palma y se evita el acceso de roedores sedientos de dulce savia con la colocación de una lámina de latón. Así, a los pocos días de sacar guarapo, la planta comienza a echar brotes nuevos.

Para terminar, os dejo las propiedades del guarapo: digestivo, depurativo y, en comparación con la miel de abeja,  aporta más minerales, tales como el  hierro (+11%), fósforo (+56%) y magnesio (+216%). También es más calórico, todo hay que decirlo.

Curioso el guarapo, ¿no?

lunes, 9 de septiembre de 2013

Mantequilla de Soria


 "Es que yo no soy de tomar tostadas con mantequilla"

Esta es la respuesta que tantas veces oigo cuando insisto a alguien que va a Soria para que no salga de ahí sin un buen acopio de latas de Cañada Real, York, El Torero, Miranda Arranz o Ramiro, los productores con la Denominación de Origen Protegida "Mantequilla de Soria".

Y es que no es excusa: croquetas, postres, salsas, cremas de verduras... se convertirán en maravilla con unas cucharadas de esta delicia.

Su origen se encuentra en el pequeño Valle del Tera, al norte de la provincia. Allí las vacas se alimentan con pastos divinos y todavía quedan lugareños que la hacen de manera tradicional:

Guardan la leche al raso durante un par de días para que haga bastante nata y de ahí pasa al manzadero, un tronco de olmo o sauce hueco. Con la rolda, un palo que acaba en un corcho circular con agujeros, se manza la leche: se agita de manera parecida a tocar una zambomba, para que nos entendamos. Así, poco a poco se va desprendiendo la manteca. Después de manzada, la echan en un plato donde se le añade un poco de agua para darle más pureza (ya que el agua y la grasa no se mezclan). A golpes de cuchara se saca el rollo de mantequilla.

A no ser que seas amigo de algún nieto de estos señores/as, posiblemente nunca la pruebes fabricada de este modo, ya que a día de hoy toda la producción está industrializada. Aún así, doy fe de que se nota muchísimo la diferencia. Las pastelerías de Soria saben lo que hacen.

Si os decidís por comprarla hay tres clases: natural, salada y dulce. Ésta última, la rosa, es la más popular, ya que su elaboración es exclusiva de Soria... pero para mí es demasiado dulce. Yo me quedo con la natural... 

Ya me contaréis.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Judías de El Barco de Ávila



¿Has estado alguna vez en la Sierra de Gredos? Barco de Ávila es un pueblo maravilloso. Mientras estuvimos allí, maté un lobo. La garra de un oso está clavada en la puerta de la iglesia - buenas truchas - el Río Tormes que fluye hasta Salamanca - cabras salvajes. Se come mejor que en Botín - los mismos platos - habitaciones grandes y limpias - sin chinches - terriblemente inteligentes - toda la gente amable - una vieja bandera de Garibaldi de la primera república en la Verbena de San Juan - todo por 8 pesetas al día.

Así le contó Hemingway a su colega John Dos Passos cómo lo gozó en Barco de Ávila, allá por 1931.

Barco se encuentra a 80 km al sur de Ávila, en plena Sierra de Gredos. Es una localidad fundamentalmente turística, pero aún conserva prácticas agrícolas tradicionales, como las que se emplean en el cultivo de sus famosas judías.

Uno no puede salir de allí sin un saquito de estas legumbres, que fueron las primeras en conseguir la Indicación Geográfica Protegida , por su finura y su sabor. Un manjar a 1,5 euros la ración. Compensa.

Estas judías se siembran en mayo-junio. Antes, se ha dejado descansar la tierra durante todo el invierno y se ha puesto a punto desde el mes de marzo. A lo largo del verano se cuida de las plantas y del terreno que, de bajo ph, se riega cada 8 días con las finas aguas de Gredos, bajas en cal. En septiembre, cuando el fruto está maduro, se arrancan las plantas y en 2 o 3 días se separan los granos. Dependiendo del clima, la cosecha puede alargarse hasta octubre.

Se recolectan entre 70.000 y 100.000 kg de judías al año. Hay siete variedades:
. Blanca riñón: La más demandada, blanca, grande y muy suave.
. Redonda o manteca: Elíptica y de tamaño medio, va muy bien para guisar con oreja de cerdo.
. Planchada:  Plana, con forma de riñón, es perfecta para ensaladas, estofadas con caza o guisadas con almejas.
. Judión, de gran tamaño.
. Arrocina: La más pequeña y de gran calidad. Original de la zona, se suele usar para consumo propio.
. Morada larga:  Es un aporte importante de hierro y proteínas
. Morada redonda:  Más pequeña, muy fina y de escasa producción.

A la hora de cocinarlas es necesario que estén a remojo 12 horas. Para que estén más tiernas se cambia el agua, cuando comiencen a hervir, por agua fría... o se “asustan”, rompiendo el hervor con un cazo de agua fría. Lo suyo es cocinar a fuego lento y continuo, para que no se rompan.

lunes, 12 de agosto de 2013

Plim, fantasía de frutas



En Reus, la empresa Gili hace Plim, fantasía de frutas, desde 1928.

No es coña.

Gili, fundada en 1858 por Joan Gili i Boloix, se ha dedicado durante todos estos años a la fabricación de sifones y gaseosas primero, y más tarde a la venta de vinos, licores y champanes.

En 1928 introdujo un nuevo producto: un refresco elaborado con agua, glucosa, caramelo, esencia de frutas, cítricos, ácido carbónico y sacarina, al que llamaron Plim por aquello de "a mi Plim" que algún directivo soltó en pleno proceso de decisión de nombre.

El refresco tuvo mucha aceptación en la zona. No había nada igual. En 1995 sacaron más sabores (bitter, tónica, cola, naranja, agua de seltz...) pero no llegaron a cuajar como el original, ya que no pudieron competir con empresas como Coca Cola. Así que se quedaron con el original, fantasía de frutas, y le cambiaron un pelín el sabor, igual demasiado dulce, para que combinara con el vermut, bebida de la zona por excelencia.

Así Plim, fantasía de frutas, se ha convertido en indispensable en Reus: en su Fiesta Mayor, entre petardo y petardo, lo suyo es beber "masclet", la mezcla de vermut con Plim, fantasía de frutas.

En noviembre de 2000 Gili pasó a formar parte del grupo Sehrs. Ya no salen de Reus, sino de Terrasa, las 60.000 botellas (ya de plástico de medio litro, no de cristal) de Plim, fantasía de frutas, que se producen al año para que no haya ningún reusense sin masclet el día de San Pedro.

Fuente: Diari de Tarragona

sábado, 9 de febrero de 2013

Paparajotes


Paparajote. Un nombre muy guay para un dulce muy guay típico de Murcia.

Se trata de una hoja de limonero rebozada con leche, harina y huevo a la que después se le espolvorea azúcar y canela. Lo suyo es acompañarlos con un vino dulce o con un buen café de pote.

Pablo Pandilla, que lo sabe todo sobre gastronomía murciana (os recomiendo su blog Chupa la gamba) me contó que los mejores paparajotes los preparan en las barracas de las Fiestas de Primavera (este año del 30 de marzo al 7 de abril) y de la romería de la Virgen de la Fuensanta, en septiembre. Las barracas eran las viviendas típicas de la huerta murciana; hay 45 repartidas por la ciudad y, en las fiestas, las peñas huertanas las abren a todo el que quiera degustar comida tradicional.
Si vamos a la ciudad fuera de esas fechas, Pablo me recomienda comer paparajotes en La Parranda, que debe su nombre al canto típico de Murcia. Allí los tienen todo el año.

Aviso para novatos: ¡la hoja no se come! Sirve para darle “el toque” a la cobertura.


martes, 29 de enero de 2013

Pastel ruso


“Suave, fresco y de excelente conservación, está elaborado con las mejores variedades de almendra y avellana, clara de huevo, azúcar, y crema praliné en su delicada composición”.

Así se describe, en una placa en la puerta de la pastelería Ascaso, en Huesca, uno de los mejores dulces que yo he probado en mi vida: el pastel ruso.

Tras su curioso nombre hay una leyenda: la emperatriz española Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, organizó un banquete en honor al Zar de Rusia, Alejandro II, quien acudió a París con motivo de la exposición universal. Entre todos los platos servidos llamó la atención un delicado bizcocho de almendras relleno de crema espumosa de mantequilla y se bautizó como “Pastel Imperial Ruso”.

La familia Ascaso le cuenta al crítico gastronómico José Carlos Capel que lo descubrieron en los 50 en una pastelería de Olorón, al otro lado de los Pirineos. Fue propia dueña quien les dio la receta. A día de hoy llevan más de 60 años guardándola con recelo y deleitándonos en sus tiendas de Huesca y de Zaragoza. A quien le pille lejos, puede comprarlo a través de su web.

¡Ya me contaréis que os parece esta maravilla aragonesa!

... Y si conocéis algún otro producto que deba aparecer en Centrocampista, no dudéis en escribirme a centrocampistadigame@gmail.com